La medina de Tetuán.
La medina de Tetuán está contenida por la muralla, porque si no tuviera límites se desparramaría inundándolo todo; de hecho su vida se desborda por sus puertas y por los tramos sin muralla. Cuando observas desde fuera los mudos baluartes, te preguntas qué hay al otro lado, qué misterios oculta, qué tesoros guarda y de quién. Es entonces cuando la ciudad invisible te llama desde el otro lado, con muchas ganas de contar.
Cada puerta ofrece un relato propio al cruzarla. Bab Okla, Bab Nuader y Bab Tut, te llevan al corazón de los mercados; Bab Maqabar te adentra en el mundo de los artesanos; Bab Jiaf y Bab Saida son tranquilas, casi solitarias; Bab Remuz parece perdida, olvidada, y en Bab Ruah (ésta no es de la muralla) conviven el ahora y la tradición.
Es una medina andalusí, con alcazaba nazarí y barrios moriscos como al- Ayún y Tranqat, con apellidos como Lucas, Torres, García, Sordo, Medina, Aragón. Frente a los alminares andalusíes de planta cuadrada, se alzan desde el siglo XVIII los octogonales, manifestando la influencia otomana, que colmó la vida de profusa ornamentación con novedosos motivos decorativos y colores, con costumbres que se fusionaron con lo andalusí. Estas costumbres habitan casas-patio (ahora llamadas riad), mezquitas (yami), hornos de pan (farran), baños (hamman), fuentes (masdar), mercados (zoco, suq), posadas (funduq); y se disfrutan en la gastronomía, la cultura, el arte y la artesanía, que se reparte según oficios por calles y zocos.
La impresión de la medina es la de un volumen tallado donde se abren huecos en los que late la vida durante el día. Desde el corazón (la alcazaba, al-qasbah), se llenan de bullicio las arterias principales, que recorren la ciudad enlazando ensanches convertidos en zocos, tomados por la mercadería y la multitud; y se ramifican aleatoriamente en capilares que a la sombra, ocultan otro ritmo de vida: el de la privacidad, que a menudo concluye en adarves a modo de zaguán doméstico.
Cada barrio es una pequeña medina dentro de la medina, con sus singularidades. Te das cuenta cuándo pasas de un barrio a otro, algo cambia, quizás la forma de ofrecerse al mundo. Los barrios actuales son al-Blad (el más antiguo), al-Fauki (al norte o noreste), los barrios moriscos al-Ayun y al-Tranqat (noroeste), al sur Suika y Mellah (judería).
La medina es Patrimonio de la humanidad desde 1997.
DISTINGUIR ENTRE LO ANDALUSÍ Y LO OTOMANO.
“Hay dos elementos visuales básicos que nos ayudan a distinguir entre el influjo andalusí y el otomano: la forma del alminar y la decoración arquitectónica.”
- El alminar de la mezquita evoca la estética nazarí y morisca cuando es de planta cuadrada, sencillo y achaparrado en proporciones, de vanos cegados, sin decoración, aunque en algunos casos encontramos decoración de azulejería (zellig andalusí) que se ha añadido posteriormente. Se pueden ver muy bien en el barrio morisco de al-Ayun y Tranqat.
- El alminar otomano es de planta octogonal, más estilizado, siempre decorado.
La decoración andalusí y la otomana varían en paleta de color, motivos y materiales utilizados.
- La decoración andalusí se basa en el zellig o azulejo (pequeñas piezas de arcilla esmaltada (teselas), realizadas a mano, cortadas en fresco y vidriadas en su color una por una, formando en su conjunto diseños geométricos variados. Los colores tetuanís son los de herencia nazarí, verde, oro (amarillo o anaranjado) y el azul (que acaba siendo el color de la ciudad de Fez, como el verde es el de Tetuán), además de negro y blanco. Las tonalidades varían debido a la cocción del zellig, y el paso del tiempo ha traído una mayor gama de colores.
- La decoración otomana se basa en la yesería. Es mucho más profusa, se vuelve orgánica, de motivos naturales, también recurre a mocárabes y repeticiones, se apuntan levemente los arcos y susmotivos decorativos. Los colores son más frescos, vivos, presumen de verde menta, rojos óxido, dorados, azules cielo,…
Te invitamos a un paseo por la medina, y si te apetece, te acompañamos:
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