Medina y Ensanche. Dos formas de entender la vida.

Medina y Ensanche son el centro histórico de Tetuán. La medina está dentro de la muralla, es la ciudad antigua, la que se remonta a la Edad Media. El Ensanche es la denominación que se utilizó para las ciudades de nueva planta que se trazaron y edificaron durante la etapa del Protectorado Español en la primera mitad del siglo XX, a partir de la cual ha seguido creciendo la ciudad.

Medina y Ensanche son dos formas de entender la ciudad que conducen a dos maneras de plasmarlas, ganando ambas en capacidad expresiva por oposición, por afirmación de contrastes. Esta oposición queda manifiesta en la ciudad construída y también en la ciudad habitada.

“Son dos mundos paralelos de vidas coetáneas engarzados perfectamente.”

La Medina, de concepción andalusí e islámica, se genera desde el espacio lleno, priorizando la importancia de lo privado frente a lo público, guardando respeto hacia este último como espa­cio compartido, pero cuya génesis y evolución de­penden de las reubicaciones de los espacios pri­vados. A partir de la casa se origina la manzana y luego la macla y el entramado, donde surgen espacios abiertos (zocos) y vías principales que concentran la vida pública. Es un urbanismo de comportamiento aleatorio, irregular y de inesperado  trazado. Vestido con una arquitectura sin arquitec­to, funcional y orgánica en su concepción.

El Ensanche, concebido a la manera europea, se genera desde el espacio vacío, subordinando lo privado a lo público, pero buscando en el espacio común la mejora y extensión de lo pri­vado. La calle y la plaza regulan su trazado y su urbanismo es fruto de una planificación y ordenación previa. Su arquitectura lleva nombre propio y el sello estilístico de una época.

Así se disfruta en ciudades como Tetuán, donde se articulan estos dos modelos urbanísticos, en los que confluyen y conviven dos modos de entender la vida. Cruzar puertas entre una y otra concepción supone un viaje en el tiempo, y saltar de una dimensión cultural a otra.