Navegar el Amazonas. La experiencia de un viaje.
Navegamos el río Amazonas de Pucallpa a Belém y nos pareció realmente interesante y enriquecedor. De todo el recorrido, el trayecto entre Pucallpa e Iquitos es, para nosotros, la mejor parte del viaje, la de mayor atractivo y la que resume la experiencia del viaje porque lo contiene todo.
La dinámica del viaje de comienzo a fin es siempre la misma, como un día a día en el que, por supuesto, la cotidianidad te entretiene y no deja de sorprenderte, además de lo distintas que son la realidad peruana y la brasileña. También los altos en el camino de ciudad en ciudad rompen la inercia, y te hacen descubrir muchos Amazonas.
Día tras día navegando, en agua dulce sin fin, parduzca, turbia, opaca, en compañía de delfines rosados o grises que juegan con la pausada corriente del río, y de canoas y barcos que afirman y desmienten su curso. Las orillas muestran un paisaje diverso y monótono a la vez: a veces apelmazado, otras deslumbran con el fragoroso destello de infinitas tonalidades verdes, que se tiñen de castaños y rojos al atardecer en esas fabulosas puestas de sol. Mientras el cielo, curvo en su línea de horizonte, se vuelve pictórico en ese sin fin de paisajes atmosféricos.
Respirar, mirar y contemplar, quizás reflexionar. La inercia y el pensamiento van de la mano, la introspección y la observación alternan. La deriva del río es “lenta y perezosa”; tampoco el ritmo adocenado del barco tiene prisa. Ambos desdicen la existencia del tiempo, de ese tiempo que se mide por el tic tac del reloj, porque en el Amazonas, el tiempo es lo que acontece, y mientras tanto, se deja llevar balanceándose en la la hamaca y deslizando la mirada sobre las aguas.
Es muy interesante el hecho de compartir esa atemporalidad de varios días y ese espacio llamado barco, con personas desconocidas que se acaban convirtiendo en tus compañeros de viaje. La intimidad no existe, más que mentalmente. Tu hamaca (tu espacio privado y personal) cuelga al lado de otras hamacas, como pequeños mundos que conviven rozándose y meciéndose sin estorbarse. En contraste con el río y su ecosistema, el barco se convierte en una colmena ruidosa y ajetreada. Las personas con las que viajas te hacen sentir como en casa.
Hay tiempo para compartir juegos de mesa y entretenidas conversaciones en las que te descubrirán leyendas como la del bufeo, tradiciones y costumbres propias del Amazonas o historias como la del caucho que te harán recordar la película de Herzog de Fitzcarraldo. Las personas que viajan lo hacen mayormente por negocio (negocios de todo tipo, claro, lo mismo un comerciante de cualquier género que un contrabandista), también hay familias autóctonas y viajeros forasteros como tu. Siempre encontrarás algún personaje singular y verás gente armada en los barcos peruanos, cuya presencia alerta a algunos “piratas” de agua dulce que se desplazan en los peke peke, pequeñas canoas cuyo motor suena como su onomatopéyico nombre. Viaja tranquilo, y no te sorprendas si por la noche suena un disparo al aire, es cuestión de seguridad. En la zona de Brasil te pueden parar los federales, a cualquier hora del día o de la noche. A nosotros nos tocó de madrugada, hacia las 3. Un registro completo de equipajes. Detuvieron a una joven peruana que llevaba mantas, y entre las mantas, un kilo de cocaína. La sacaron del barco en mitad de la selva y se la llevaron. Cuando el barco atracó en Amaturá, entre la mercancía que descargaron había una cocina. Los federales la desmotaron y encontraron escondido armamento de guerra tipo fusiles de asalto, ametralladoras, municiones,… Es parte de la realidad del mundo amazónico, y la vas a presenciar. En este viaje, algo se aprende y se comprende de esta realidad amazónica. Sin duda, hay mucho de conradiano en estos barcos.
◊ Los libros que nos acompañaron ◊
Además de nuestros juegos de mesa (ajedrez y el scrable), llevábamos algo de literatura viajera. Algunos de estos libros los compramos en una librería de Iquitos, y todos ellos los consideramos muy recomendables:
- El río de la desolación: un viaje por el Amazonas, Javier Reverte (2004, literatura de viaje que nos llevó hasta allí, muy interesante)
- La crónica del Perú, Pedro de Cieza de León (1550, libro histórico y también de viaje, precioso releer una mirada tan antigua)
- El proceso del Putumayo y sus secretos inauditos, Carlos A. Varcárcel (1915, transcripción del proceso, espectacular, aunque su lectura sea dura, descubres la crudeza del tema del caucho)
- Pantaleón y las visitadoras, Mario Vargas Llosa (1973, novela ficción que se desarrolla en la amazonía peruana).
- Viaje al fin del mundo: Galápagos, Alberto Vázquez Figueroa (1972, literatura de viaje, una parte del libro recorre la selva amazónica, junto al río Napo).
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